Horas sordas
horas prófugas
no escuchan el zumbido
de la piedra que se aproxima,
viene en las veloces corrientes cósmicas
a quebrar las rodillas de los colosos,
los amos-esclavos de la impiedad,
del paso voraz de la desesperanza.
Horas desamoradas con la puntualidad de la muerte,
impasibles relojes que han querido burlar
la intemporal consciencia del sueño,
vigilio,
no enmudezca la melancolía,
la inocencia,
el lamento de las horas marchitas
cayendo sus dedos en la fosa
d e s p a c i o s a m e n t e,
inexorable contagio de su beso,
su fiebre delirante,
horas de sangre,
torturadora cacofonía de las eras,
en su boca gigante no cabe la eternidad
ni la esperanza.
©E. R. Aristy
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