Hay dos cosas en el carácter del camino de los humildes;
los detentes y los próceres.
Los detentes distinguen a los próceres,
los próceres dan paso a los detentes
para que quede claro quién es quién en su propósito.
Y no hay prócer ni detente pequeño.
El humilde se distingue por su sabiduría silvestre
y su conocimiento del caos.
Y es que el caos del humilde
no es la confusión de los próceres y de los detentes,
el caos es fuerza pura,
la confusión, un caos premeditado.
Los detentes vienen a traer confusión y duda,
el prócer si es humilde atraviesa la confusión,
aprende a distinguirse de otros próceres,
digamos, menos dignos...
separa lo que es
de lo que
no es.
hace el humilde,
discierne el prócer,
habitan su propio caos,
y en ese claro fluye la música
y danzan, danzan con abandono
la danza de su destino.
E. R. Aristy
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