Painting by
Robert Peluce
Te acabas,
te derrites como un suspiro en los labios de los ángeles.
Tu cara ha visto el loco palidecer de la injusticia,
y son tus propias manos las que se enredan
en el infranqueable duelo de las pupilas.
Tus manos se llenan del espanto que deja el paso absurdo del tiempo,
y te marchitas entre las flores siderales de un ocaso maldito,
sin tregua, avanzas al borde del infinito,
y te suicidas lanzándote al fuego de las estrellas
que cruzan los espacios;
memorias que descienden a un infierno bendito.
Quieres morirte en tu encierro,
no hablar de todo aquello que te delata
cuando fumas compulsivamente,
aquello tramontano y vulgar que nos une
en la médula del miedo.
Te malogras, Diógenes,
con esos aires de poeta mohoso
crispas las neuronas de los que sienten
que sus percepciones son indestructibles,
ven acá, mi buey, mi amigo.
E.R.Aristy
te derrites como un suspiro en los labios de los ángeles.
Tu cara ha visto el loco palidecer de la injusticia,
y son tus propias manos las que se enredan
en el infranqueable duelo de las pupilas.
Tus manos se llenan del espanto que deja el paso absurdo del tiempo,
y te marchitas entre las flores siderales de un ocaso maldito,
sin tregua, avanzas al borde del infinito,
y te suicidas lanzándote al fuego de las estrellas
que cruzan los espacios;
memorias que descienden a un infierno bendito.
Quieres morirte en tu encierro,
no hablar de todo aquello que te delata
cuando fumas compulsivamente,
aquello tramontano y vulgar que nos une
en la médula del miedo.
Te malogras, Diógenes,
con esos aires de poeta mohoso
crispas las neuronas de los que sienten
que sus percepciones son indestructibles,
ven acá, mi buey, mi amigo.
E.R.Aristy
2 comentarios:
No me canso de admirarlo, Roxane.
Besos desde mi bahía.
Gracias, querido Pedro.
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